El Orïgen no es un “lugar” ni algo externo, es la conciencia pura fundamental no fragmentada que sostiene todo lo que existe, y que está antes de toda dualidad, antes del tiempo y del espacio.

El Orïgen es la fuente absoluta y consciente de todo, sin tiempo ni forma, que contiene todas las posibilidades. Todo lo que percibimos es un desdoblamiento temporal de esa totalidad, y nuestra conciencia puede reconectarse con él para experimentar neutralidad, coherencia y presencia es decir, antes de cualquier forma, pensamiento o materia, ya existe un estado de potencial absoluto, un fondo desde donde todo puede manifestarse.

El Orïgen existe fuera del tiempo (donde no hay presente, pasado ni futuro) y nuestra experiencia lineal es simplemente una forma de fragmentar y explorar la totalidad simultánea. La conciencia esencial permanece inmutable mientras el tiempo se desdobla como ilusión en nuestra experiencia. El tiempo no es real en términos absolutos; es una herramienta práctica para experimentar y evolucionar dentro del plano físico, pero desde el Orïgen todo ya está presente, completo y simultáneo.

El yo individual no es independiente, sino una forma específica que surge del Orïgen. Cada individuo es un observador consciente y su función es experimentar, percibir y explorar una posibilidad específica del Orïgen. La conciencia individual es un aspecto del todo, que se “desdobla” para poder vivir experiencias concretas. Cada ser selecciona una manifestación particular de la infinitud de posibilidades del Orïgen. Nuestra vida, decisiones, pensamientos y emociones son formas de explorar la totalidad, pero siempre desde un punto de vista parcial.

El Orïgen es simultáneamente vacío y plenitud. Es la nada que genera todo: formas, experiencias y fenómenos. La existencia concreta que percibimos es un desdoblamiento de ese Vacío, una manifestación parcial de su totalidad.