Conciencia vs. Neurología
- Ruth Untoria

- 24 nov
- 2 Min. de lectura

La distinción profunda entre Conciencia y Neurología desde la perspectiva de sistemas y escalas:
La Neurología opera en una escala concreta, limitada por la biología, los patrones eléctricos y químicos del cerebro. Está en respuesta a un campo de estímulos determinado, con reglas, límites y alcance definidos. Su función es eficiente, adaptativa, pero siempre acotada, condicionada por tiempo, espacio y contexto fisiológico.
La Conciencia, en cambio, es una estructura abstracta que trasciende dimensiones y escalas. No depende de neuronas, impulsos eléctricos ni de un campo físico particular. Puede aplicarse en cualquier contexto: desde lo infinitamente pequeño hasta lo cósmico, desde sistemas concretos hasta universos teóricos. Por eso es una herramienta de reestructuración mental y conceptual: permite pensar más allá de los límites inmediatos de la percepción o de la biología.
De ahí surge tu idea clave: reestructurarnos en la conciencia de la escala particular. Para cambiar nuestra experiencia o nuestra comprensión de la realidad, necesitamos reconocer la limitación de nuestra neurología y aprovechar la flexibilidad infinita de la conciencia. Esto nos permite operar en múltiples niveles simultáneamente, trascender condicionamientos y generar nuevas configuraciones de pensamiento, acción y percepción.
¿ Cómo la experiencia humana y la conceptualización se entrelazan, y cómo esto afecta nuestra capacidad de sintonizar con lo que aún no ha ocurrido ? Si lo reformulamos:
Los conceptos funcionan como antenas internas: sin ellos, no hay estructuras mentales que puedan recibir, filtrar o anticipar señales de posibles futuros. Son marcos que nos permiten modular la percepción y actuar en sincronía con la realidad emergente.
La experiencia humana no es solo la vivencia concreta, sino también la apertura a lo que aún no ha sido, la capacidad de percibir lo que podría ocurrir y generar resonancia con ello.
La conciencia nos permite reestructurar estos marcos, creando espacios mentales más amplios, donde la información aún no manifestada puede ser “recibida” y transformada en acción o intuición.
Es decir, la experiencia humana y la conceptualización son inseparables: la primera nos da el contenido, la segunda nos da la estructura para modularlo, anticiparlo y expandir nuestra influencia sobre el presente y el futuro.
La conciencia impacta primero en el área muda. Pero vivimos en una sociedad convencida de que todo comienza en el Verbo: en lo dicho, lo explicado, lo dialéctico.
Sin embargo, el verbo pertenece al campo unificado temporal es una consecuencia, no un origen. Lo dialéctico siempre llega después.
El área muda es la que recibe la actualización real. Ahí es donde la información llega primero: antes de la palabra, antes del pensamiento, antes de cualquier explicación lógica.
Nosotros actuamos desde esa actualización desde la estructura que ya se movió internamente y solo después la describimos.
Por eso la mayoría no logra percibir las estructuras que los condicionan: se quedan buscando leyes, métodos o creencias escritas, creyendo que la comprensión llega desde el lenguaje… cuando en realidad el lenguaje solo narra lo que ya ocurrió en un plano más profundo.






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